SAINT GERMAIN.
¡Amados,
amadísimos!
¡Con
gran alegría comparto con ustedes
éste
instante glorioso!
¡Que
la Cruz de Malta derrame sobre todos ustedes!
Amadísimos
hermanos; en gracia divina,
como
torbellino; arrasando y llevando
todo
aquello que aún te domina.
Lo
digo y lo decreto con infinito amor,
y
no sólo para ustedes, sino todos,
¡todos
mis pequeños!
¡Amados
hermanos!
¡Sé
que lo están sintiendo!
Ella
es -esa fue la consigna-
y
mira lo que tu hermana afirma.
Lo
estarán sintiendo.
¡Todo
su cuerpo terrenal lo irá recorriendo,
con
fuerza absoluta, porque la llama violeta
-en
su más grande expresión- a todos ustedes,
a
todos y cada uno -amados- empezará a ser.
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