29 de abril de 2014

Abimael

ABIMAEL.

Ahora yo te digo que también estoy contigo -amado hermano-. Que la conexión para la cual te estuviste preparando, ahí es cuando plenamente lo logramos.

Que te he dicho que también habría de compartirte... y todo, todo lo que he de decirte ¡nunca quedará en entredicho! Porque nosotros, en el nombre de “Aquel que todo lo puede” y con infinito amor, se te ha dicho que envían de Alción.

Más también te diré: así como en el momento, el instante aquel en que tú piensas que llegué, te diré hermano,  que nosotros en total y constante  observación hemos estado, mas para ustedes -porque aún no iniciaban su preparación- no nos habían escuchado.

Que vengo del centro solar, la emisión de luz que hasta ustedes “Aquel que todo lo puede” ha hecho llegar con gran alegría y a través de éste templo sagrado ahora me pueden escuchar. Que es el deseo de todos nosotros que en su preparación -en gran unión- seguir caminando, porque ¿quienes si no son los que se estarán iluminando? ¿Quienes en el “Yo Soy”?  Aquellos que -con infinito amor- estudiantes se han llamado.

Más queremos decirles: mira lo que hace tu preparación, porque a través de este templo, muchas cosas más les estaremos mostrando y esto es para que ustedes, con ese amor que sienten y que es su deseo seguirlo multiplicando han logrado... hemos logrado.

Hasta aquí nosotros estamos llegando y lo hacemos con gran alegría. Es muy importante que ahora tengas presente que en tu día con día vivas el aquí; el ahora, porque en el menester sagrado de aquel hijo que ha acudido al llamado -tú lo sabes- a todos y cada uno insistentemente se les ha estado llamando, mas ahora ustedes, los que han estado escuchando, pues con gran amor es nuestro deseo seguirles preparando, que paso a paso, con lo que tú vayas recordando, la fortaleza que a tu templo se le estará entregando no olvides que es el amor. Ahí es donde radica la grandeza que Él te dio.

Lo has escuchado, que en la pituitaria, ahí es donde está el recuerdo de lo sagrado y quiero recordarte que la labor que cada uno tendrá será unitaria, porque lo que Él pidió es que -al fortalecerse- todos trabajen en unión. Si, sintiendo este sentimiento, el único, el que rige el corazón y que llena todo en cierto.

Has escuchado cuando se te ha hablado. Llegará el momento en que dentro de ti la copa estará rebosando pues es así, porque si ahora también a mi, al hermano que te está hablando y estás escuchando, entonces quiere decir que todo irás recordando. ¿Cuantos más -te preguntas- me están hablando?  Es que la riqueza infinita que estás recibiendo del gran sol que te está iluminando.

El momento llegó en que la verdad de la verdad a cada uno de ustedes se le esté entregando. Que no te ha de quemar, porque es el fuego sagrado, aquel que dentro de ti, cada vez más fuertemente podrás decir: “siento que arde, pero no me está quemando”, porque esa es la vibración que tú, hermano, cada vez más estás logrando, la cual te irá elevando... y de ello tu hermano te seguirá hablando.


Que yo soy Abimael, aquel que llegó luego de esta gran conexión y por voluntad de Él, que tanto te ama y también en el “Yo Soy”, te entrego con infinito amor, para ello aquí estoy.

Sananda (Jesucristo)

       SANANDA (JESUCRISTO).

Y una señal ha pedido.

Todo lo que está sucediendo, lo que ya ha acontecido y lo que por voluntad de mi Padre divino se ha de mostrar, vengo -hermano- nuevamente de ello a hablar.

Que tal como se te ha dicho; tal como te hablé antes de mi cuerpo elevar, ahora nuevamente  se volverá a mostrar... más no seré yo solamente.

Es el deseo de mi Padre; es mi deseo infinito, que mi hermano me acompañe ya. Entonces, en toda la preparación, la que has llevado, a la que tú te has entregado. Yo te pido: hermano ¡el momento ha llegado!

Tú que has dicho que estos momentos, de tiempo en tiempo, recordar lo que he vivido. Más yo, en el “Yo Soy el que Yo Soy”, mi Padre divino, una cosa te pido: que al escuchar la enseñanza en la grandeza que Él te entregó en esta andanza, muestres tu despertar en el “Yo Soy”.

Que he de acompañarte, que has de tomar mi mano, porque he de guiarte, como ha sido siempre; como volverá a suceder.

Que todo está listo y es el deseo de mi Padre que todo esto, lo que sientes -más también lo que tú podrás ver- te mantenga y en el despertar, con la energía divina te lleva, porque te has de liberar.

En el cosmos la preparación del cambio que se está dando ya, pero que ahora tú has de sentir.

Mi Padre te pide que -en el nuevo vivir- has de mostrar a tu hermano cómo él también habrá de resurgir.

Recuerdas que te dije: “habrás de morir para vivir”, mas ahora lo entiendes: morir en lo que no es tuyo, en todo aquello que te hizo sufrir, para vivir en la verdad infinita, en el amor, en el poder tan grande que te da el “Yo Soy”.

Y no olvides: estoy aquí, que también en ese gran momento, porque al llamarlo “Equinoccio divino”, todo lo que se estará entregando para cada uno de ustedes, amados hermanos, corazones estarán tocando.

¡No lo olviden! Ahí, con ustedes estaremos, amorosamente esperando.

¡Los amo infinitamente! ¡Eternamente!

Y que toda la energía de mi Padre en el púlpito sagrado, ahí donde Él te está esperando, y en ése instante te sentirás elevarte, y escuchando su voz, pídele fuertemente que logre liberarte, que ahí también yo estoy.

Tu hermano, tu hermano Sananda.

Estás pensando que en estos días, para lavar culpas y sanar tu alma, es necesario hacer una gran evocación de lo sucedido hace tanto tiempo... más en el “Yo Soy” te digo: ¡heme aquí, contigo estoy!

Es el momento de vivir; el ahora, el aquí. En la eternidad también así estarás.

La enseñanza de mi Padre es el gran amor que Él te entrega, que te da. Haz de ello una ofrenda y compártelo en gran hermandad.