24 de octubre de 2014

Ángel Ráh.

Mayo 14, 2014

ÁNGEL RÁH. (17)

Y miren que manera de anunciarme; porque hay hermanos que -cuando quieren venir a escucharme- olvidan que ese instante es maravilloso, porque muchas cosas quiero compartirte, quiero entregarte.

Ya ven como todo es amor, es vivir en conexión, es estar compartiendo de ésta manera y pronto verán; tengo mil formas de anunciarme. Y en broma lo tomarán, pero pronto lo escucharán.

Y ya saben quién soy; que vengo a compartir, que en éste nuevo fluir -porque sí- ustedes lo han dicho y es verdad: gran energía solar ¡y cada vez más fuerte!

Y mira, que te han llenado de tanta información: “que si el sol que te ilumina, ¡mira lo que le está pasando!”. Y yo te digo: este templo piensa, siente; “¡caray!, ahora viene igual de fuerte”. Pero mira, ¡fuerte es el amor! y ¡vibrante! Y así como luego a veces dicen; tan grande es el calor, ¡quemante! ¡Pues eso es lo que nosotros queremos que sientas dentro de ti!, ¡que sea abrasante!, pero es un calor que no quema, es un calor que te purifica, ¡que te llena!

Que mira, lo que estás sintiendo -pudiera decir- no es equivalente a decir: “estás fluyendo”, sino realmente lo que estás atrayendo, una gran conexión que estás viviendo, es para que el recuerdo sea total y la ilusión la dejes atrás.

Que ya lo dijo la hermana: “¡todo se va a desmoronar!” ¡Pero mira!, a tu pensamiento inmediatamente llega: “¡ah caray! ¿que volverá a temblar?, ¿que todo se caerá?” Hermano, esos pensamientos son los que te han hecho creer que limitado estás. ¡Acuérdate!, te lo hemos dicho y luego -para darle una variante- dices: “bueno; ¿qué otras cosas irán a suceder?” Y es una distracción, para que tú -en la intención de prepararte- te distraigas. Hermano, ¡no caigas en ese juego! Y así te lo digo. ¿Acaso no lo habías pensado?, porque ¡muchas formas tiene el ego! Hasta esto que ni siquiera habías pensado. Porque cuando piensas en él -hablando del ego- solamente le das una forma y dices: “aquel que habla, ¡yo!, ¡yo hice!, ¡yo logré!, ¡yo ayudé!” Esa es solamente una más de sus formas de atacar. Es una variante de tantas.

Y mira que mi Padre te ha dicho, ¡lo dijo!; que lo que de Él se va a mostrar, matizado estará. Pues aquí en lo terrenal, muchos matices en ustedes se ha visto, de lo que el ego te ha atrapado, te ha tenido; pero es tu decisión si te quieres soltar… y vas a decir: “¿por qué?” Pues ¿por qué te lo digo?, porque todavía por ahí -tú lo sabes- hay pensamientos, hay situaciones, hay acciones, que dictándote él está. ¡Date cuenta!

Lo importante es -no tanto que lo entiendas- sino que, al hacerlo, sea tu decisión todo ello dejar atrás; ¡soltarte ya! Ahora vengo a hablarte de ésta forma, porque tantas cosas tenemos y hemos preparado para ustedes. Que solamente ¿qué necesitamos?: que ustedes de verdad sigan caminado, ¡que den ese gran paso! para recibir y fortalecer lo que con nosotros han hecho: un gran lazo, de amor fraternal.

Hablan mucho de la unidad; pero nosotros queremos verlos accionar. Que no sólo lo digas; que lo sientas y que lo vivas. ¡Es maravilloso! Que mira que ahora que tengo la oportunidad de con ustedes nuevamente -no iba a decir la palabra socializar- eso ustedes son los que aquí -en el plano terrenal- acostumbrados están. No se trata de “socializar”; es de recordar quienes son en realidad y que siempre han estado con nosotros unidos. Y que volveremos a caminar, en gran amor, en conexión total. ¿Ves como sí es distinto?

Uno de ustedes pensó: “quisiera realmente que hubiera un pergamino… ¿Pergamino? que me dijera -de verdad- cuál es, qué es lo correcto, cuál es el camino”. Y yo te digo: hermano, entonces… ¿para qué estamos aquí? ¿Ya ves cómo siempre te llegan esos pensamientos tan humanos? Y te han dicho: ya no lo eres, ya no pienses así. Ya empezarás en el ir y venir.

Y te has hecho muchas conjeturas al respecto; dices: “¿cómo es?, pues quienes lo hacen son los Maestros, que han logrado lo perfecto”. ¿Y quién crees tú que eran antes? Lo han dicho; te lo han repetido. ¿No has tenido curiosidad, al menos para escudriñar qué es lo que lo llevó al hermano, a la hermana, a quererse perfeccionar, lograr, con esa luz que el Creador le hace llegar?

Que mira que te lo digo yo; que vengo del centro. También de ello te vengo a hablar. Pero has de hacer -de verdad- escuchar con el corazón, ¡haz de estar entregado! y no sólo a escucharlo, sino también luego a vivirlo, a accionarlo. Hay tantas cosas -y muchas más- que a cada uno de ustedes le han ido acercando.

Ya lo dijo el Padre, también yo te recuerdo cuando te dijo: “con las directrices que les he acercado”. Que mira que estamos nosotros hablando, pero también -porque no me vas a dejar mentir- y lo sabes, ¡sabes que es verdad! Situaciones que has vivido, momentos en los cuales ¡sabes que son señales que de Él has recibido! Guárdalo en tu corazón, pero que esté ¡siempre presente!, que permanezca ahí vigente, para que sepas, para que eso te motive a seguir, a caminar, a vivir, verdaderamente.

Su hermano que les habla está con gran alegría, porque ya está aquí ese día en el cual todo, todo, mucho de lo que se les había hablado empezará a mostrarse y ¡todo, todo! de lo que se les ha prometido. Sabrán, sabrán que aquí -en el plano terrenal- lo vivirán. Algunos lo mostrarán… ¿quiénes serán?

Entonces aquellos, aquellos que llegaron a pensar que solamente palabras eran, lo que llegaron a escuchar: amados, verán ¡que todo se cumple!; que el momento siempre ha de llegar.

A nosotros… ¡cómo quisiéramos! que en todos ustedes, en cada uno -como lo dijo este templo- de verdad lo sintieran, lo vivan, porque cada uno de ustedes tiene una gran misión: ¡fortalecerse en el amor, en esa verdad infinita! Esa es la respuesta para ti. Te has de decir: “por eso nuevamente aquí estoy, reencarnado, ¡ya mi Padre me lo dijo!; ya de ello nuevamente aquí me ha hablado”. Pero en algunos ha sucedido, lo que -como en otros tiempos-: ¡qué alcances de lo que me dicen!, ¡cómo -por querer llamar la atención- de qué manera me han mentido! Y tú sabes por qué lo digo.

Luego, cuando te llegan esos chispazos de querer ver y sentir la luz, dices: “¡cómo me gustaría… vivir en algún momento, alguna situación que no sea normal!” ¿Qué es normal para ti?, lo que has vivido en ésta ilusión que ya no será más.

De tiempo en tiempo han recibido la oportunidad y nuevamente aquí está, pero como lo ha dicho “Aquel que todo lo puede”, pues -para ti- también yo lo digo amado hermano; tenemos la eternidad. Nada más que déjame: ¡tienes que recordar!

Y te lo digo, te lo digo nuevamente; que yo te hable ¡fácil no es! Sólo de tiempo en tiempo. Y aquel que realmente desee escuchar y sentir. Que de la verdad de la verdad nosotros -los que hemos llegado aquí- y que de ello te queremos hablar y compartir ¿y por qué no? con infinito amor quererte guiar; ¡pues eso es lo que debes de sentir en tu corazón! Que te estamos hablando con la verdad. ¡Eso es parte de tu evolución! Tu evolución, lo que estás en el proceso trabajando y queriendo lograr aquí. Para que luego te puedas ¡de todo esto liberar! De todo lo que has estado venido viviendo en el plano terrenal. Mas ahora estás viviendo y se te está hablando de ello -esta gran oportunidad- de que aquí en el plano terrenal vivas las grandezas, ¡el paraíso! Entonces ¡siéntelo!, ¡créelo realmente!, que yo te digo, que no todos. Si tú estás escuchando es porque tú quisiste darte esa oportunidad. ¡Pues siéntelo! De verdad, ¡no te arrepentirás!

Tú has querido ver… porque insistes en ello: “¡Yo, como Santo Tomás…!” ¡pobre del santo!, todo le atribuyen. Pero yo te digo, yo te digo; todos lo que en ello se justifican -y que de esa manera arguyen-: cuando vean -de verdad- cómo se muestra todo lo que Él les ha entregado y lo que les da, entonces sabrán que tu hermano -el que te habla- y la hermana -que te habla con tanto amor- y todos los Maestros que te han querido guiar; no te habían engañado. Pero sólo pregúntate -para cuando tú lo reconozcas- ¿tarde no será ya?

Aunque siempre habrá una oportunidad. Mas ahora aquí, como ya lo dijeron y yo te lo repito: es en el aquí, en el ahora. Ahora es tu momento; ¡aquí!, ¡en el tiempo! Se detiene para invitarte, para decirte: ¡haz de elevarte, haz de despojarte!

Es que cada Era Dorada es tan grande, tan maravillosa, que mira, que para ti, para que te eleves, para que logres la perfección, ¡para eso es creada!; ¡para que vivas en el amor, en la unidad!

Y yo te pido: has de poner atención, porque a través de este templo te iré mostrando y te iré diciendo; ¡qué es lo que habrás de hacer!, con infinito amor. Que ya de alguna manera les ha estado compartiendo ¿y quién lo ha estado sintiendo?, ¿quién realmente ha hecho caso? Porque nuevamente te pregunto… ¿y el símbolo sagrado?

Y mira; te lo pregunto sonriendo. ¿El símbolo sagrado lo estás utilizando? No me contestes; ¡yo lo sé! Y no sólo yo. Aquel que tú llamas “Padre adorado” y de muchas de las situaciones en las que has vivido ¡lo has culpado!: “¿por qué me mandas esto a mí?, ¿por qué? si yo sólo creo y vivo para ti”. ¿Y es real? ¿Lo has hecho de verdad? Porque -en primer lugar- ¿por qué lo culpas de algo que tú te has querido atraer por tu manera de pensar? Si Él es infinito amor; lo que te entrega es para ti, para tu evolución, pero como nos dijo: “han de respetar lo que cada uno de mis hijos sea su decisión”. Pues he ahí el resultado.

En lo peor de todo, es que uno de los principales sentimientos que te han detenido, que te han estancado, es que siempre, siempre buscas verte justificado: “¡no!, es que esto que me está pasando, yo no tengo la culpa”, “es que mi hermano, porque me ha estado atacando…” ¿Por qué hermano?, ¿Por qué lo hacen? ¡Ya no se disfracen! ¡Véanse en el espejo! ¡Véanse totalmente lo que han hecho de ustedes!, ¡Lo que no son! ¡Ya rompan esas ataduras! O como dicen ustedes aquí; ¿por qué no maduras? Así de simple, ¡entiéndelo!

Cuando tú empiezas a entender que todo lo que escuchas es por tu bien y lo sientes y entonces buscas empezar a todo cambiar, es cuando permites que de ti emerja lo que eres tú en realidad: ese ser maravilloso, grandioso, que ahora ha llegado el momento. ¡Muchos de ustedes lo van a mostrar! Y es lo que me llena de contento.

¡Qué importa que pienses o que digas!: “ahí viene nuevamente este hermano a hablarme así”. Pero si con ello ayudo a que tú recuerdes y sigas adelante y te fortalezcas… verás cómo brillarás como ese sol tan radiante. Y entonces, entonces verás que estaremos hablando el mismo idioma, el mismo lenguaje que habías olvidado, porque siempre, siempre, lo que tú eres, también lo mostrarás en tu nuevo traje; el de luz, el del amor.

¡Aquí has de mostrarlo! ¡Vivirás en completa unidad con tu hermano! ¡Eso es lo que nosotros te pedimos! Lo has de mostrar, porque -para ello- de tiempo en tiempo tú pediste precisamente en ésta Era reencarnar. Ya lo dijo la hermana; nada es casual. ¡Tú eso también ya lo entendiste! Todas son causalidades. Nada se mueve si no es por la voluntad de “Aquel que todo lo puede”, mas, en el intento de utilizar la libertad, el libre albedrio que Él te quiso entregar, es cuando todo tu camino en otra dirección lo has querido encauzar y tú sabes que te estoy hablando con la verdad.

Mas entonces, ahí es donde nosotros -en el nombre de Él- estamos aquí para hablarte, para que -al escuchar- todo empieces a recordar, pero de verdad; si tú quieres entregarte -porque otra vez he de decirte- nosotros hemos de respetar. Respetar lo que de ti -amado hermano- quieras hacer. Por donde tú quieras caminar, pero eso sí: no culpes al que con tanto amor, que es el “Yo Soy”, porque -a pesar de todo ello- siempre en tu camino ¡lleno de señales de Él las verás! Entonces reconoce, que ¡eres tú y sólo tú! el que ha decidido, el que seguirá decidiendo qué hacer contigo. Lo que tú llamas “que será de tu destino”.

Que mira que para eso estás aquí, en la escuela de la vida… y volverás y volverás y volverás, hasta que tú empieces a abrir y a recordar. Así ha sido, así será. Mas hoy, aquí, hay una gran oportunidad, que en éste Nuevo Vivir y todos ustedes, que han entendido la gran misión que cada uno tendrá. Es tan sencillo de lo que se llena tu corazón, de todo ese amor. Eso es lo que has de compartir. Eso es lo que tu hermano entregará y ¿cómo lo harás?

No es algo que tengas que razonar; ¡está en el sentir! Y mira; ¡todo se da!  Aquí estoy hablando a través de la hermana, que yo te lo digo: ¡es directo! Nosotros aquí estamos; aquí estoy -en el nombre del “Yo Soy”- a través de ella hablando. Compartiendo esta gran enseñanza que te estoy entregando.

Y estás pensando: “¿cuál enseñanza?, si solamente me hablan: tienes que pensar, tienes que sentir… en el amor”. ¡Es que es tan simple, pero tú lo has complicado tanto! Y por algo tenemos que estar empezando: ¡cuando tú logres purificarte!, ¡cuando tú logres -de todo lo que te estorba- despojarte!, ¡entonces verás todo! ¡Todo lo que hacia ti precipitarás! Que mira que algo ya has logrado… y mucho ha sido, por eso nosotros aquí estamos.

Vas a decir: “me está hablando de lo mismo que la hermana y el dijo: cuando empiecen con la conciencia crística, luego vendrá la cósmica y ahí es…” ¡Sí!, ¡ahí es donde entro yo! ¿Pero ya lo hiciste? Tu respuesta es ¡no! Por eso en éste momento todo lo que estoy sintiendo.

Si tú me sigues dando la oportunidad que ante ti me siga presentando, me quieras seguir escuchando, pues con todo éste amor, también de esto te estoy hablando. Es que es tan importante. ¡Eres como un niño pequeño! ¿Qué es lo que has hecho con él?, con tu hijo -al que llamas tan querido-, primero le enseñaste cómo moverse antes de caminar; qué es lo que tenía que hacer. ¡Pues es lo mismo! ¡Es que tú no has querido recordar! Y mientras no lo hagas, mientras ¡todo eso que te ha aprisionado no lo quieras soltar! -amado hermano- ¿cómo?, ¿cómo puedes darte la oportunidad de recibir cuando no hay espacio? ¡Lo que tienes, lo que traes no lo quieres dejar!, porque lo que nosotros traemos para ti es ¡tan grande!, ¡es tan fuerte!

¡Quiero decirte!: ¿cuándo?, ¿cuándo -en tu decisión- tu auto-maestría quieres lograr? ¿Cuándo hermano? Porque nosotros ya te hemos dicho: ¡es el momento!, ¡ya está! Y mira que -a pesar de todo ello- te hemos estado mostrando cosas tan grandes que “Aquel que todo lo puede” -en su infinito amor- a ti te ha estado regalando. ¡Pues ya todo te lo dio! ¡Todo! ¡Está en ti! ¡Está dentro de ti! ¿Y dices que crees? ¿Y dices que quieres sentir?, ¡pero no lo demuestras!, ¡no lo haces!, ¡no te permites fluir! ¡Hazlo hermano! ¡Hazlo!, que para eso nosotros estamos aquí; para acompañarte, para ayudarte, para mostrarte que se puede, que Él sea tan palpable.

Ahora, aquí -a través de éste templo- me estás escuchando, pero el momento se dará en que ante ti nos estemos presentando. Así, directamente. Y estás diciendo: “y entonces, ¿qué será de ella?” ¡Tú verás! ¡Tú verás lo que sucederá! ¿Para qué quieres adelantarte?, si en lo esencial no has querido prepararte. ¡Ese ha sido el gran problema! E insisten en ello.

¡Ya déjate de todo ello!, ¡ya!, que ése no sea tu emblema. Acuérdate, ya te lo hemos dicho, todo lo que es -en éste plano terrenal- una ilusión más, que se terminará. ¡Terminándose está! Pero -en esos cambios que estás viviendo- también te hablo de ello; recuerda que tienes la fuerza, que tienes la protección, que tienes el infinito amor. ¡Y es verdad! Cualquier cosa que pudiera suceder, nosotros de ello te vamos a hablar. ¡Pero tú sigue preparándote! ¡Vive en el amor! Y como dicen ustedes; sigue realizándote, ¡pero en la verdad!, en la expansión ¡total!, para que ya vivas en la unidad. ¡Deja atrás la dualidad!, eso ya pasó, ¡ya se acabó!, ya no es más. La noche, la noche galáctica -que todos ustedes también la vivieron- ya se alejó. Ya de ello ¡ni vestigios habrá! ¡Ustedes lo verán! La gran luz del Nuevo Día, ¡arrasando todo, toda la oscuridad! llegó.

Y eso es, con esa gran alegría, porque nosotros también ¡henos aquí!, nos estás escuchando. También hemos estado nuevamente ante ti llegando, ¡nuevamente! ¡Nunca hemos estado ausentes! ¡Siempre hemos estado aquí!, observando -de verdad- amorosamente; lo que han sido tus actos, tus pensamientos, tus sentimientos. Por eso todo lo que te decimos, pero con todo el amor que por ti sentimos.

¿Para qué quieres saber cómo soy? ¡Por qué lo preguntas! ¡Por qué lo estás pensando! ¿Eso te haría cambiar? ¿Eso te haría decidirte a seguir el camino de la verdad? ¿De veras -hermana- quieres verme? ¡Lo harás! Promesa que cumpliré. Pero si tú me dices que a través de ello -a cambio de ello- todo lo que te estoy diciendo ¡lo creerás, lo sentirás! Que mira, que “El que todo lo puede” nos ha dicho: “¡está bien!, si ellos -para creerte- dicen; “quiero verte”, “quiero…” ¡hazlo!” Pero tú también cumplirás amorosamente, porque si eso es un motivo para que cambie tu suerte, ¡para que seas tú realmente!, pues -como dice tu Maestro-: ¡sea pues!, ¡se hará! Y mira que lo he dicho ante todos tus hermanos, hermana.

Más ¡qué importa! Te digo quien soy. Vengo en el nombre de Él y te traigo esa luz que nuevamente quiere abrazarte, que desea guiarte, ¡que recuerdes quien eres! Y sabes que no sólo yo estoy aquí. Aquel que llamas “Maestro”, que con tanto amor… ¡no puedo hablar del tiempo, porque el tiempo no existe!; ¡pero te habló!, ¡te compartió!, ¡te pidió que recordaras por qué nuevamente aquí estabas!, estás. Y muchas cosas entre ustedes sucedieron, pero parte de la enseñanza muchos ya lo entendieron y eso, a nosotros no da una gran alegría. Porque sí, efectivamente, han estado recibiendo en los embates muchos ataques. Pero ¡aquí están!; han logrado salir adelante. Entonces ¿por qué no crees en ti? ¿Por qué no intentas ser constante?

Que -como dice la hermana- lo que logres, créenos, ¡no te vas a arrepentir! Es el amor tan grande de Él. Lo único y eternamente que vas a sentir. No sólo lo sentirás; lo mostrarás; lo compartirás y verás que es ¡total! Que -como dice ella- no hay nada más: es Él el principio y el fin. La eternidad. El centro del todo. El centro, el centro total. El silencio total. La eterna paz, ¡pero la verdadera!, no lo que ustedes aquí, cuando se desean “que descanse en paz”. ¿En paz?, ¿en la tranquilidad?, ¿en el reposo total de saber y sentir que en tu corazón sólo existe el amor y no hay más? ¡Eso es lo que volverás a vivir!. ¡Esa es una promesa! Que mira que para eso estoy aquí; que soy tu hermano; que soy Ángel Ráh, ¡nombre terrenal! Muchas cosas más te compartirá. ¿El momento?, el momento tú lo decidirás -amado hermano- y dejo en ti la energía sutil.

Que vengo del centro, del amor infinito, en el nombre de Él.