29 de abril de 2014

Sananda (Jesucristo)

       SANANDA (JESUCRISTO).

Y una señal ha pedido.

Todo lo que está sucediendo, lo que ya ha acontecido y lo que por voluntad de mi Padre divino se ha de mostrar, vengo -hermano- nuevamente de ello a hablar.

Que tal como se te ha dicho; tal como te hablé antes de mi cuerpo elevar, ahora nuevamente  se volverá a mostrar... más no seré yo solamente.

Es el deseo de mi Padre; es mi deseo infinito, que mi hermano me acompañe ya. Entonces, en toda la preparación, la que has llevado, a la que tú te has entregado. Yo te pido: hermano ¡el momento ha llegado!

Tú que has dicho que estos momentos, de tiempo en tiempo, recordar lo que he vivido. Más yo, en el “Yo Soy el que Yo Soy”, mi Padre divino, una cosa te pido: que al escuchar la enseñanza en la grandeza que Él te entregó en esta andanza, muestres tu despertar en el “Yo Soy”.

Que he de acompañarte, que has de tomar mi mano, porque he de guiarte, como ha sido siempre; como volverá a suceder.

Que todo está listo y es el deseo de mi Padre que todo esto, lo que sientes -más también lo que tú podrás ver- te mantenga y en el despertar, con la energía divina te lleva, porque te has de liberar.

En el cosmos la preparación del cambio que se está dando ya, pero que ahora tú has de sentir.

Mi Padre te pide que -en el nuevo vivir- has de mostrar a tu hermano cómo él también habrá de resurgir.

Recuerdas que te dije: “habrás de morir para vivir”, mas ahora lo entiendes: morir en lo que no es tuyo, en todo aquello que te hizo sufrir, para vivir en la verdad infinita, en el amor, en el poder tan grande que te da el “Yo Soy”.

Y no olvides: estoy aquí, que también en ese gran momento, porque al llamarlo “Equinoccio divino”, todo lo que se estará entregando para cada uno de ustedes, amados hermanos, corazones estarán tocando.

¡No lo olviden! Ahí, con ustedes estaremos, amorosamente esperando.

¡Los amo infinitamente! ¡Eternamente!

Y que toda la energía de mi Padre en el púlpito sagrado, ahí donde Él te está esperando, y en ése instante te sentirás elevarte, y escuchando su voz, pídele fuertemente que logre liberarte, que ahí también yo estoy.

Tu hermano, tu hermano Sananda.

Estás pensando que en estos días, para lavar culpas y sanar tu alma, es necesario hacer una gran evocación de lo sucedido hace tanto tiempo... más en el “Yo Soy” te digo: ¡heme aquí, contigo estoy!

Es el momento de vivir; el ahora, el aquí. En la eternidad también así estarás.

La enseñanza de mi Padre es el gran amor que Él te entrega, que te da. Haz de ello una ofrenda y compártelo en gran hermandad.

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